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Ramadán, tiempo de fe

Ramadán, tiempo de fe


Si para los poetas la luna es inspiración de sentimientos, para los seguidores del Islam visualizar en el cielo la fase creciente lunar supone una época de acercamiento a Dios, purificación espiritual y unión entre familias.

Cuando los musulmanes del Medio Oriente y Asia vieron esta semana la luna creciente iniciaron el mes del Ramadán, dedicado a fortalecer la fe de los creyentes.

La oración del iman de cada mezquita indica que durante el día los islámicos deben abstenerse de comer, beber, fumar y tener relaciones sexuales hasta la puesta del sol.

Para los fieles, este es el mes de mayor festividad y se caracteriza por las largas veladas familiares, banquetes y regalos tras la llegada del ocaso con lo que termina un día de ayuno y recogimiento.

En el mundo musulmán, estos son días en que se abren las puertas del cielo, de los paraísos y las misericordias, y se cierran las del infierno.

Otras puertas que se cierran son las de todos los comercios expendedores de alimentos y entretenimientos, los cuales se las agencian para ofrecer sus servicios en las noches del Ramadán.

Los encuentros nocturnos con parientes y amigos son célebres por la exquisitez de los platos que llenan las mesas y sirven además para estrechar los vínculos afectivos a través de las lecturas del Corán.

Ayunar es la forma de demostrar el dominio de sí mismo, la veneración a Dios y su total adhesión a los preceptos dictados en el Corán al profeta Mahoma.

El Ramadán es uno de los cinco pilares que sostiene el credo del Islam unido a la profesión de la fe, la oración, la limosna y la peregrinación.

Aunque en la actualidad el ayuno sólo es una práctica del Islam, antiguamente era un recurso asiduo por cualquier religioso que buscaba acercarse a Dios.

Cuentan los escritos bíblicos que profetas como Moisés renunciaban a los alimentos por 40 días al año.

Pero todo el beneficio espiritual que provee el ayuno puede destruirse si se comete una de las cinco ofensas: mentir, calumniar, traicionar, jurar en falso, sentir envidia o ambición.

Si al finalizar este periodo de purificación queda algún pecado, el musulmán deberá esperar hasta el año siguiente o presentarse en la peregrinación.

Del estricto cumplimiento del Ramadán quedan eximidos los inválidos, enfermos, niños, mujeres embarazadas o que amamanten a sus hijos, así como los viajeros que su recorrido se extienda por más de tres días, quienes deberán cumplir con esta disposición islámica lo antes posible.

El próximo avistamiento de la luna naciente pondrá fin a este momento de reafirmación religiosa en la que el ayuno no sólo es renuncia, sino elevación máxima del espíritu.

 

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