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Venezuela

Yanomamis entre cristales y concreto

Verdes puros de la vegetación amazónica, animales en su autóctono medio de vida, todos mezclados con los indígenas yanomamis, sus aldeas y formas dejan la necesaria reflexión y la certeza de que no hay presente sin pasado.

Esto encuentra el visitante que llega al Museo de Bellas Artes de Venezuela ante una colección de dibujos que pretenden ofrecerse como un acercamiento a las raíces venezolanas y no como exóticas creaciones artísticas.

Aislada de la palpitante Caracas, la sala seis de esta institución abrió un espacio entre clásicos universales como Amelia Peláez y Wifredo Lam para la expresión más genuina de los yanomamis, una etnia indígena sudamericana.

La experiencia de tres adultos al tocar por primera vez herramientas de la plástica, pudiese impresionar como dibujos salidos de las manos de un niño.

Una mirada amable y respetuosa al trabajo de Diógenes, Cirilo y Torero, nombres criollos de los artistas, da una visión diferente de la selva, del sol, de las montañas y ríos, de animales indómitos y de maneras de organizar la vida dentro del grupo poblacional.

La sencillez de un bote se entrelaza con lo que pudiera semejar una nave espacial en las más puras interpretaciones de la realidad de quienes forman las cimientes de esta nación.

La muestra responde a lo que en un inicio fue un experimento antropológico del investigador Antonio Pérez transformado en exposición pictórica.

El rescate de los dibujos que rompen, en suma, las comodidades a que está acostumbrada la racionalidad corrió a cuenta de la curadora Isabel Huizi, quien da la posibilidad de conocer con los ojos “otro” indígena.

Los yanomamis son una de las etnias más estudiadas y representadas por artistas criollos en obras alusivas a su vida y la forma de ver la naturaleza venezolana, pero estas creaciones son el primer acercamiento a su visión desde su propio medio.

Según estudios, actualmente los yanomamis no sobrepasan los siete mil 500 y están en constante movimiento por los territorios del sudeste de Venezuela y noroeste de Brasil.

Hoy la población indígena de esta nación sudamericana alcanza apenas 534 mil de los 26 millones de habitantes, algunos estiman que la cifra es mayor, pero muchos viven en regiones todavía aisladas y otros niegan su origen por temor a la discriminación.

Hasta hace poco los indígenas eran excluidos y apartados. Tras aprobada la Constitución en 1999, con la que se da inicio a la V República, se restablecieron los derechos de los pobladores autóctonos, a la semilla nacional.

Quizá el mérito del conjunto de dibujos se diluye en lo novedoso de no seguir una teoría artística para recoger un hecho.

Más allá está la posibilidad de soltar la imaginación y apreciar el enigma y el misterio que brinda la ocasión de disfrutar de una muestra tan poco común en museos.

El éxtasis que dan los verdes, amarillos, marrones y naranjas pudiera servir además para recordar a quienes caminamos por asfaltos, entre ruidos del mundo civilizado, que todos los días se estrecha más el lugar donde se originó nuestra especie.

En Venezuela salta agua del lugar más profundo

En Venezuela salta agua del lugar más profundo

En Venezuela, donde se mezclan los más distintos parajes naturales: arenosos desiertos, exuberantes selvas, lagos, ciénagas, ríos inmensos y macizos montañosos, se encuentra la catarata más alta del mundo.

Desde un kilómetro antes de llegar hasta el Auyan Tepuy, uno de los tepuyes (montaña plana en la cima) más conocidos, se puede divisar el Salto Ángel.

Con 979 metros de altura supera unas 15 veces a las afamadas Cataratas del Niágara, que sirven de frontera natural entre Canadá y Estados Unidos.

Ingeniosas comparaciones aseguran que el agua cae desde una elevación similar a la de tres edificios Empire States, de Nueva York.

El Parque Nacional Canaima, donde se encuentra el Salto Ángel, abarca tres millones de hectáreas y es el tercero más grande del mundo. Está ubicado en la región de Guayana al sur del estado Bolívar.

El río Churún, afluente del Carrao, es el asiento del salto de agua descubierto en 1937 por el aviador y aventurero estadounidense James C. Angel, de quien recibió el nombre.

Tras la muerte del piloto sus cenizas se depositaron sobre el salto a petición propia.

Los indígenas lo llaman Kerekupai-merú, que en la lengua pemón quiere decir "salto del lugar más profundo".

Otros dicen que también es conocido como Churún-merú, aunque ese nombre corresponde a otro salto de unos 400 metros de altura.

La tercera catarata más alta del mundo, de 771 metros, en Chachapoyas, en la selva de Perú, fue descubierta recientemente por el explorador alemán Stefan Ziemendorff y un grupo de investigadores peruanos.

La Chorrera, como la llaman los nativos de la región peruana, se mantuvo escondida hasta la actualidad tras la leyenda que cuenta sobre una sirena habitante de sus aguas, guardiana de un recipiente de oro, quien es protegida por una gigante serpiente.

El anecdotario de la zona recoge la muerte del agricultor Juan Mendoza, de quien se dice quedó atrapado en una de las rocas de la impresionante elevación.

Tugela Falls, en Sudáfrica, de 948 metros, es la segunda en altura.

El Salto Ángel es un sitio de gran interés turístico, y varias empresas ofrecen paseos en avionetas alrededor del sitio donde comienza la caída del agua, aunque el recorrido en bote ofrece la visión del salto entre las nubes y es el más solicitado.

El culto del olivo-elefante de Caracas

En una mística mezcla, cientos de venezolanos unen su fervor católico con el misterio que encierra un árbol de rugoso tronco y una rama diferente del resto que asemejan partes de un elefante.

Resulta curioso ver como feligreses asisten a la misa de viernes santo en la catedral de Caracas y se dirigen luego a venerar el olivo que hace las sombras de uno de los paseos del Parlamento en las cercanías de la céntrica Plaza Bolívar.

Colocan monedas en las grietas de extraña forma y adoran al supuesto elefante, cuyo culto tiene sus raíces en tierras hindúes.

Las peticiones van desde ayuda a la suerte, a la economía y hasta para la salud.

Grupos de creyentes se relevan para colocar las monedas y cumplir con la tradición -que nadie tiene la certeza cuando surgió- de poner una y quitar otra.

Al preguntar sobre la costumbre, pude conocer que el metálico retirado se guarda para ponerlo al siguiente año.

Algunos realzan los valores simbólicos que el olivo tiene para la cristiandad, así como sus aceites y aromas para los ritos de alabanzas y funerarios.

La planta es custodiada durante todo el día por oficiales de seguridad, quienes piden a los visitantes no maltratar la corteza del árbol.

Muchos lo besan, orarn y hay hasta quienes evaden la custodia y le arrancan algún trocito o raspan partes del tronco para ver correr su resina, pues, según la leyenda urbana, “llora sangre”.

Por años, muchos caraqueños visitan el lugar sin saber el origen de tan extraño sincretismo entre arraigadas costumbres de la India, donde se cree que el elefante es un animal de notable inteligencia, y la entrega espiritual que implica el viernes santo.

En la India antigua el culto a los elefantes estaba relacionado con la lluvia y las buenas cosechas, en la actualidad, es símbolo de la buena suerte.

A una divinidad con cabeza de elefante, llamado Ganesha, se encomiendan los hindúes antes de iniciar alguna empresa importante. A él le piden los escritores, es el dios de los comerciantes y de la riqueza obtenida del trabajo.

Aunque la transculturación venezolana no tiene lazos directos con el Lejano Oriente, si son muy conocidas aquí las esencias espirituales del mundo simbólico de los países de esa región.

Todos los devotos del olivo-elefante coinciden en regresar nuevamente la próxima semana santa, con sus monedas y peticiones, más confiados en que si bien no hace, mal tampoco.

La virgen de los Andes venezolanos

La virgen de los Andes venezolanos

Con las nubes entre los brazos, aparece el monumento a la Virgen de la Paz, en la cúspide de una de las más empinadas cuestas de los Andes venezolanos, donde se ubica la ciudad de Trujillo.

Comparada por su inmensidad con la Estatua de la Libertad, en Nueva York, o el Cristo Redentor, en Río de Janeiro, se alza como la más elevada de América del Sur, pues está a unos mil 700 metros por encima del nivel del mar.

Para los trujillanos es un recinto donde hallar la más pura espiritualidad y religiosidad.

La gruta de la peña, que sirve de pedestal a la virgen, es sitio de peregrinación, al que acuden pagadores de promesas, creyentes a rezar y se escuchan los sonidos de los salves para retribuir favores concedidos.

Contemplada al bajar por las calles de la urbe, sus 46,72 metros de altura y su peso de mil 200 toneladas, mezclados con los grises de las nubes y los verdes oscuros andinos, trasmiten la paz que su nombre encierra.

Moldeada en una armazón de acero revestida en concreto, fue diseñada por el arquitecto Manuel de la Fuente e inaugurada el 21 de diciembre de 1983.

En un día claro y despejado desde su mirador más alto, al nivel de los ojos de la virgen, la vista se puede perder en los límites del estado de Trujillo o en parte de la sierra nevada de Mérida y de la costa sur del Lago de Maracaibo.

Otros cuatro miradores están repartidos en toda la magnitud del monumento.

El primero a nivel de la rodilla, a una altura de 18 metros, el segundo mirador se halla en la mano izquierda, el tercero se encuentra en la mano derecha, a 26 metros y el cuarto está en la cintura.

Historiadores cuentan que la obra se erigió en tributo a la patrona del estado, pues esa ciudad fue fundada en 1557 y bautizada como Trujillo de Nuestra Señora de la Paz.

Quienes habitan la localidad hablan con orgullo de la aparición de la Santísima Virgen María, en 1570, justo en la elevación donde se instaló el monumento.

Los más imaginativos recrean la historia de la visión mezclándola con la magia que encierran los paisajes de los más intrincados parajes del continente suramericano.

Cuentan de una hermosa joven que corrió hasta la gruta, desde donde los habitantes de las cercanías vieron salir destellos de luz, al acercarse al lugar era la imagen de la virgen lo que vieron a la entrada.

Algunos aseguran que llevaba una capa dorada, unos que iba a caballo y otros que estaba sentada en los cuernos de la luna.

Santa, doncella o patrona, la Señora de la Paz custodia inerme desde lo alto y con las manos en posición de entrega a esta parte de los Andes de Venezuela.

Caracas: hierba, indígenas y ciudad

Caracas: hierba, indígenas y ciudad

La hierba caracas, a la cual debe su nombre esta capital, es considerada un alimento altamente nutritivo, con propiedades medicinales y amplio uso en los más importantes ritos tradicionales de los nativos de estas tierras.

El origen de la planta, de corto penacho rojo, se remonta cerca de siete mil años atrás, y tuvo para mayas, aztecas, incas y caribes tanto valor como el arroz para los chinos.

En Venezuela también se le conoce por huautli, amaranto, pira o bledo.

El historiador Iván García comentó que el nombre de la urbe, fundada en 1567, está asociado a varias versiones.

Las leyendas cuentan que, al arribo de los conquistadores de España a estas regiones, los indígenas maceraban yerbas, y al ser interrogados sobre el nombre del lugar la respuesta fue "caracas, caracas, caracas", narró García.

Asimismo, relató que las tribus caribes que poblaban la zona también eran llamadas caracas.

Mucho antes de la llegada de Diego de Losada, fundador de la ciudad capital, el consumo de la caracas estaba presente en atoles, tamales, aguas frescas, tortillas, y sus semillas formaban parte de los tributos que ofrecían los pueblos a sus deidades.

El sobrenombre de bledo lo adquiere la hierba por la similitud con una oriunda de los montes de España.

Las crónicas, que recogen los momentos de la colonización, reflejan las impresiones causadas por las grandes extensiones del valle sembradas de la planta, a las cuales describieron "como un lago de sangre".

Dominar a los indígenas que poblaban Venezuela no se materializó hasta el siglo XVI y las huestes españolas tuvieron que enfrentar la fuerte resistencia de los nativos.

Los escritos históricos recogen que los conquistadores acreditaban a la planta caracas, base alimenticia de los guerreros indígenas, la fuerza y la audacia en las batallas.

El contraataque consistió además en eliminar las plantaciones e introdujeron el trigo y otras menos nutritivas.

Forma parte de la historia venezolana la intransigencia del cacique Guaicaipuro, quien desafió a las tropas que intentaron dominar el valle, con una unión de indígenas que derrotó tres expediciones de la conquista.

Fue Losada quien contraatacó y sorprendió a Guaicaipuro, lo acorraló en su bohío y logró darle muerte. El capitán español dio nacimiento a un pueblo en el valle, rodeado de una cadena montañosa conocida como el Monte Avila.

Lo nombra Santiago de León de Caracas: Santiago por el apóstol tradicional de las guerras de España; León por el gobernador Ponce de León y Caracas por las tribus originarias del lugar.

En la actualidad el león es el símbolo de la ciudad y está representado en el escudo de la urbe, hasta en el logotipo del equipo de béisbol.

En la religiosidad de los primeros pobladores de estas tierras, la también llamada pira tuvo vital importancia; las semillas se mezclaban con miel para formar una masa llamada tzoatlli, con la que se moldeaban figuras de deidades para diferentes cultos.

Referencias históricas señalan que las estatuillas las llamaban tapictoton y al acabar el festejo las dividían entre ellos para consumirlas.

Científicos señalan varios usos de la hierba caracas como cereal, para forraje animal, antioxidante natural y en la cosmetología, entre otras ramas.

Dentro de la medicina, es efectiva para combatir afecciones como la diabetes, obesidad, osteoporosis, hipertensión arterial, insuficiencias hepáticas y renales.

Es además fuente importante de proteínas -contiene el doble que el maíz y el arroz-, así como minerales, las vitaminas A, B, C, B1, B2, B3, ácido fólico, calcio, hierro y fósforo.

Dentro de las nuevas formas de socio-producción que se impulsan en Venezuela, surgen las cooperativas y varias de ellas se dedican al cultivo de la planta. Se prevén campañas de información sobre las propiedades de la pira del penacho rojo.