El culto del olivo-elefante de Caracas
En una mística mezcla, cientos de venezolanos unen su fervor católico con el misterio que encierra un árbol de rugoso tronco y una rama diferente del resto que asemejan partes de un elefante.
Resulta curioso ver como feligreses asisten a la misa de viernes santo en la catedral de Caracas y se dirigen luego a venerar el olivo que hace las sombras de uno de los paseos del Parlamento en las cercanías de la céntrica Plaza Bolívar.
Colocan monedas en las grietas de extraña forma y adoran al supuesto elefante, cuyo culto tiene sus raíces en tierras hindúes.
Las peticiones van desde ayuda a la suerte, a la economía y hasta para la salud.
Grupos de creyentes se relevan para colocar las monedas y cumplir con la tradición -que nadie tiene la certeza cuando surgió- de poner una y quitar otra.
Al preguntar sobre la costumbre, pude conocer que el metálico retirado se guarda para ponerlo al siguiente año.
Algunos realzan los valores simbólicos que el olivo tiene para la cristiandad, así como sus aceites y aromas para los ritos de alabanzas y funerarios.
La planta es custodiada durante todo el día por oficiales de seguridad, quienes piden a los visitantes no maltratar la corteza del árbol.
Muchos lo besan, orarn y hay hasta quienes evaden la custodia y le arrancan algún trocito o raspan partes del tronco para ver correr su resina, pues, según la leyenda urbana, “llora sangre”.
Por años, muchos caraqueños visitan el lugar sin saber el origen de tan extraño sincretismo entre arraigadas costumbres de la India, donde se cree que el elefante es un animal de notable inteligencia, y la entrega espiritual que implica el viernes santo.
En la India antigua el culto a los elefantes estaba relacionado con la lluvia y las buenas cosechas, en la actualidad, es símbolo de la buena suerte.
A una divinidad con cabeza de elefante, llamado Ganesha, se encomiendan los hindúes antes de iniciar alguna empresa importante. A él le piden los escritores, es el dios de los comerciantes y de la riqueza obtenida del trabajo.
Aunque la transculturación venezolana no tiene lazos directos con el Lejano Oriente, si son muy conocidas aquí las esencias espirituales del mundo simbólico de los países de esa región.
Todos los devotos del olivo-elefante coinciden en regresar nuevamente la próxima semana santa, con sus monedas y peticiones, más confiados en que si bien no hace, mal tampoco.
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